martes, julio 29, 2025

CASTILLO DE PEÑÍSCOLA


La visita a Peñíscola de la Semana Santa del 2025 me hubiera dejado una mala impresión si no hubiera tenido toda una tarde libre para recorrer en soledad el castillo y su fortaleza.

Yo había estado antes en Peñiscola varias veces, casi todas en la década de los ochenta del pasado siglo, alojado en el viejo edificio del Hotel Papa Luna donde, en una de ellas, coincidimos incluso con gente del cine que se juntaba por allí desde que su playa y su castillo sirvieron de escenarios para la famosa película sobre El Cid. A finales de los ochenta también estuve en Peñíscola con ocasión de un Congreso de Arquitectos Funcionarios al que acudí en mi condición de arquitecto municipal (de Nájera, entonces). Al final del Congreso nos abrieron el castillo a los congresistas pero no tengo mayor recuerdo de aquella visita que la animada charla con el arquitecto municipal de Vinaroz (de entonces, también), Pere Armengol: "Juan, déjate de pijadas de baldosas y farolitas, lo que importa en el ejercicio de la arquitectura pública es la cantidad de masa, los buenos tubos de hormigón de los albañales, la solidez de los bordillos, etc, no importa el gasto" —recuerdo que me decía entre los ecos de aquellos monumentales muros de piedra. 

Pero cuando el pasado Sábado Santo arribamos a Peñíscola vi su paseo infestado de gente arrastrando los pies entre manteros y cartel para posados y se me vino el alma abajo: esto es ya otro lugar turístico cualquiera...

Durante nuestra estancia en la Semana de Pascua, dimos algún que otro paseo por entre las calles del casco viejo que, inevitablemente, siempre llevan al castillo, pero ver entrando a la gente en masa y oír el típico griterío de los grupos me disuadió de entrar en él.

Casi me conformaba con haber descubierto algún rincón urbano como este...

...o con haber visto el casco viejo desde lejos en esa doble faceta de castillo arriba, fortaleza alrededor y caserío en medio, lo mismo por su lado Norte...

...que por el Sur, con el puerto a sus pies,...

...aunque si te acercas mucho por este último lado a sus murallas, el castillo desaparece tras el caserío; ya me conformaba con esas miradas, decía, cuando el Jueves de Pascua por la tarde se fueron todos de compras a Castellón dejándome solo en Peñíscola, y se me ocurrió que bien podría visitar el castillo a ver si sacaba algo en limpio... ¡Y vaya sí saqué!: al menos unas pocas fotos y un rato estupendo.

Cierto que el clímax máximo de la visita al castillo es llegar a la terraza mirador que se anunciaba ya en la primera de las fotos que he puesto arriba, y desde la que obviamente se disfrutaba de un buen panorama, aúnque arquitectónicamente no era sino un paramal embalsosado en diagonal y acotado por una barandilla de almenas reinventadas. Pero entre la entrada y la terraza había muchos rincones y muchas historias interesantes, y entre el castillo y la fortaleza, había una segunda visita a los jardines de la parte norte que te reconciliaban con el lugar. Empecemos por el castillo y por un apunte de Miguel Sobrino muy acertado que leo en su libro de Castillos y Fortalezas después de haber estado allí (pag 275):


Mi cámara se fue más a los planos inclinados:

Una escalera por aquí...

...otra por allá...

...y otra más, con limitación a personas voluminosas, iban llevando a diversas salas de las que no hice fotos porque esta vez me entretuve en ver los paneles explicativos o exposiciones para turistas, cosa que casi nunca hago en las visitas a edificios turísticos, pero mira por donde que me fue bien, porque, aunque de refilón, pude darme cuenta de la cantidad de historias que se habían ido desarrollando entre aquellos muros y escaleras: la de su origen árabe, la de la reconquista cristiana, la del castillo templario de los siglos XIII y XIV, la de los papas del cisma del siglo XV, la del paso a la Orden de Montesa, la de la construcción de la fortaleza exterior en los reinados de Carlos V y Felipe II bajo la dirección del ingeniero militar Bautista Antonelli (que luego haría las américas fortificando entradas como la de la Habana), o hasta la del ataque francés de comienzos del XIX contado por Moratín en una carta que allí se podía leer:

Mira que soy poco aficionado a leer los carteles o ver la exposiciones institucionales de estos lugares porque bien sé que se trata de simple pose de interesado, y que pasada la visita se va todo por el desagüe de la memoria, pero esta vez hice fotos de ellos, y no tanto por instruirme, que eso tiene ya poco sentido, sino porque, fuera que no había nadie por las salas, o que no tenía ninguna prisa por acabar la visita, por una vez me lo estaba pasando bien.  




Aunque mejor me lo pasé, incluso, en la segunda parte de la visita, recorriendo los jardines que ocupan lo que fuera "parque de artillería" entre el siglo XVI y el XIX...

...y es que allí se podía disfrutar, una vez más, de esa conjunción entre peñas y muros que los castillos nos regalan...

....complementada en este caso con el fondo marino...

...y la escala humana de un pescador

Mal podrían disparar el cañón sin quitar la reja de ese ventanal que defiende la entrada por el Norte, pero bueno, no todo iba a ser disfrute, y algún ejercicio de paciencia había que hacer...

Yo también puse tres yates en línea acercándose al ventanal en cuestión, a ver si los artilleros les daban para el pelo y sacaban a Peñíscola de su actual letargo turístico, pero seguramente va a ser que no: que tras el turismo ya no haya sino la ruina más definitiva de lo que fueron nuestras más significativas construcciones (restauradas convenientemente para la industria del turismo) y el olvido de sus historias (...sepultadas en folletos y carteles). 


lunes, julio 28, 2025

MORELLA


Foto de Google Street View subiendo a Morella


Si la foto se hace desde más atrás y con zoom, la mole del castillo aún parece emerger mucho más (foto de la wikipedia). 

Sea como fuere, cuando subes desde Vinaroz por la N-232 de vuelta de unos días de playa y aparece Morella al fondo de una larga recta ascendente, te entran muchas ganas de parar en este pueblo, y si es posible, pasar al menos una noche. Eso es lo que pensé hace unos años cuando volvíamos de ver las rotondas de la playa de Marina d'Or (v Cascotes 15jn21) para no hacer la típica visita turística de un par de horas. 

Cuatro años después me pasó lo mismo: que por apurar los días de playa con la familia ya no me quedaban días para hacer otra noche en viaje; pero esta vez decidí no dejarlo para otra vez, aunque fuera poca la visita por si algún día me daba por abrir la carpeta de fotos y penetrar un poco más en el lugar a través de algún comentario.

La subida a Morella viniendo desde Vinaroz, se escora a la izquierda, mientras que las zonas de aparcamientos para turistas se han creado por la parte de arriba en las traseras orientales del castillo. El sábado de Pascua, 26 de abril del 2025 casi no encontramos sitio para aparcar pero la visita fue más tranquila de lo que auguraba el parking. 

La segunda alegría de la visita me la llevé cuando encontramos que en uno de los espacios bajos del castillo había una vieja plaza de toros. Salvando las distancias, me acordé a Atienza, cuya visita está aún a la espera de que revise la carpeta de fotos que le hice en su día. Seguramente habrá ya gente pidiendo que la tiren, pero yo al menos he tenido la suerte de verla para allí como testigo de otros tiempos

Numerosos son los castillos que se yerguen encima de una roca (a la memoria enseguida le viene a uno el de Frías por su atrevimiento o su vertiginosidad), pero pocos tienen un volumen tan rotundo y potente como este de Morella. Solo de verlo te sale el chiste: no es un castillo sino un castillón, y de ahí el nombre que le da a su provincia, ja ja ja

Un paseo circular casi completo nos ofrece una gran riqueza de caras o fachadas...

...hasta que damos con esta larga y sinuosa escalinata que lleva a la entrada de la parte superior

De la estancia en la parte alta del castillo solo me traje este recuerdo gráfico. Lo que llaman "Plaza de Armas" era un espacio bastante destartalado cuya principal virtud era la de mirador en 360º. Pero como las panorámicas no me van, no hice ninguna foto. 

Desde el paseo circular inferior hice dos: la de este convento en ruinas por el lado suroccidental...

...y la de esta puerta de entrada por el costado nororiental

En la llamadda "Casa del Gobernador" había una exposición de no sé qué, pero yo no suelo ir a los castillos a ver exposiciones colaterales. También entramos en la cárcel, pero no era más que una oquedad en la roca. Había, como siempre, muchos carteles, así que uno de ellos lo he puesto en mi colección de facebook  "Hay carteles que tienen una pedrada...".

Me quedé con las ganas de un poco más de historia, o de alguna de las "stories" que se hubieran producido en semejante lugar pero no recuerdo que nos dieran algún folleto y la wiki apenas trae nada. Días antes me habían hecho ver el castillo de Peñíscola de una manera diferente, y a fe que lo agradecí (ya lo contaré otro día), pero aquí la experiencia no se repitió y acabada la visita bajamos hacia la "iglesia arciprestal"...

...que resultó ser una gratísima sorpresa inesperada.

con un hermoso pórtico

...y una puerta con una textura formidable

qué riqueza la del órgano... ¡lo que tuvo que ser Morella! dos mil quinientos habitantes tiene ahora de los siete mil que tuvo a comienzos del siglo XX

¡y esa escalera de la natividad!...

...donde el niño Jesús está colgado de la pared como un escalador en su hamaca, bien abrigado y con tejadito para que no le dé el relente

los pastores tocando la flauta

                       
y los Reyes Magos interculturales esperando su turno; qué majos los tres, y la estrella de Belén que o se le ha caído la cola al cometa o es un sol, que también caminaron de día hacia el Portal

Vino luego la sorpresa de los pórticos de la calle Mayor, construida a cota o en ladera

...y la escalinata a la puerta de San Mateo...

...que se va abriendo según baja e incluye hasta unos árboles a los costados (!). Sólo por ver esta magnífica calle-escalera vale la pena parar en Morella.

Bajamos hasta la muralla inferior donde los cartelones turísticos, ay, nos seguían persiguiendo y haciéndonos mucho más daño que los necesarios coches del pueblo aparcados bajo las aspilleras.

Milagro que no hubiera ningún cartelón en la puerta de San Mateo, aunque de los bolardos, ay, ¡líbranos Señor!





desde este tramo podíamos defender Morella sin subirnos al adarve o paseo de ronda

aunque a la que te descuidas te disparan desde dentro

Finalmente salimos fuera muros para llegar al portal de San Miguel que nos hizo recordar las grandes puertas de Valencia...

... si no fuera por esa farola que quiso para sí todo el protagonismo de la foto

Como los restaurantes de la calle Mayor tenían un aire turístico que no invitaba y ya habíamos contribuido lo suficiente al Turismo Interior Bruto, decidimos irnos a comer a Alcañiz, de cuyos recuerdos algo contaré otro día. 


martes, julio 22, 2025

MONASTERIO DE IRANZU

 

Hace poco más de un año, en una pequeña salida montañera (v Montes2 17jl24) descubrí, así como de soslayo, el Monasterio de Iranzu, primera casa del Císter en España si es cierto lo que dice el folleto editado por la Curia Provincial de los Clérigos Regulares Teatinos que te dan en la entrada, un folleto de aire "publicitario" con mensajes del tipo "no se pierda una experiencia única" o "un lugar excepcional para disfrutar del silencio..." etc.

Hombre, "interesante" sí que es el lugar, pero calificarlo de "excepcional" es algo exagerado. Dentro del grupo de pequeñas montañas situadas al norte de Estella el cañón del río Iranzu que sale por Abárzuza a tierras más abiertas para entregar sus aguas al río Ega, tiene como un pequeño llano en el centro del mismo bajo una gran pared de roca llamada peña del Sacristán, en donde sorprendentemente se instalaron los cistercienses a finales del siglo XII.

 
Abriendo el campo de visión, observamos en esta otra foto aérea al río Iranzu (a la derecha) con el monasterio en su pequeño cañón (punto amarillo de arriba) y al río Ega abajo pasando por Estella y recibiendo poco antes de su núcleo urbano al también famoso río Urederra que nace en un lugar quizás más "excepcional", el llamado "Balcón de Pilatos" de la Sierra de Urbasa. 

Sea como fuere, lo que sí que nos había brindado la pequeña excursión montañera fue una perspectiva aérea del monasterio desde la Peña del Sacristán, que sí que podía calificarse de "excepcional", porque desde el sendero que recorría la parte alta de la peña podía verse perfectamente que el edificio, fiel a su tipología monástica, se encerraba espacialmente sobre el propio claustro, como olvidándose del espacio exterior. Solo la pieza del lavatorium, elemento excesivamente escultórico que siempre me ha intrigado, rompía ese vuelco hacia el patio interior como ocupándolo excesivamente, pero bueno, dejemos ese asunto ahora porque son muchas otras cosas las que quiero comentar aquí.

Ya cuando llegamos y empezamos nuestra excursión, nuestro amigo Alberto Pérez Nalda le hizo esta foto desde fuera, mientras que yo le prestaba poca atención a su arquitectura por el aspecto tan renovado que parecía tener: "ya lo veremos con detalle en la bajada",—les dije—, y eso fue lo que hicimos. 

La llegada al monasterio como punto final de nuestro recorrido no fue muy brillante que digamos, porque lo primero que salió a nuestro encuentro fue un par de pabellones ganaderos cubiertos de uralita que al parecer dan aún otra vida económica al lugar.

Luego entramos al espacio de recepción, y a la vista de lo aseado que se veía todo, agradecí de veras que, al menos en fotografías, se diera cuenta del estado de ruina a que había llegado todo aquel monasterio durante el siglo que va desde la desamortización de Mendizabal (1839) hasta el año 1943 en que se hicieron los Teatinos con él. Por aquellas mismas fechas (1940) se había creado el poderoso Instituto Príncipe de Viana de la Diputación Foral, que con su "ingente apoyo" (como dice el folleto mencionado) inició las labores de reconstrucción.

Seguimos nuestro recorrido viendo los elementos fundamentales de todo monasterio, como el  escultórico lavatorium, todo como recién hecho...


... o esta sala capitular, estilo "todo piedra" en la que ya empecé a preguntarme quién podría haber sido el arquitecto director de tanta "intervención".

Tardé bastante en obtener la respuesta, pero ese es el estupendo resultado de proponerme escribir algo en estos tiempos de la información al alcance de un click: que un año después de mi visita a Iranzu descubro la importante figura ("excepcional" cabría decir también ahora, o "imponente"quizás mejor) del arquitecto José Yarnoz Larrosa (1884-1966).  

Yo ya había escrito el nombre de José Yarnoz Larrosa en la página 217 de la Guía de Arquitectura de Logroño cuando busqué al autor del arquitecto del Banco de España sito en la calle Vara de Rey, pero en aquel entonces estaba muy atareado como para tirar del hilo y descubrir la "ingente" obra y la impresionante trayectoria vital de semejante personaje, empezando por sus obras en Villaba; siguiendo por la famosísima reconstrucción del Castillo de Olite; continuando por la dramática ruptura con su hermano y colega arquitecto, Javier, dos años menor que él, quien se se autoexilió ante el fusilamiento de su cuñado y se pasó al bando republicano (historia humana estremecedora); y acabando por la fecunda etapa como arquitecto del Banco de España, en que además del de Logroño, también construyó en La Rioja el de Haro...; y mientras, trabajaba también para la Príncipe de Viana en reconstrucciones como la de Iranzu o la de Leire, de donde he tomado la foto de arriba cuando le mostraba a Franco los documentos de su trabajo en 1952. Un personaje tan excepcional ¡y del que sabía yo tan poco! Qué ignorancia la mía.

Evidentemente, la ruina no era el fuerte de nuestro personaje. Ruina fue la revolución francesa y la desamortización consecuente, y ruina fue desde luego nuestra guerra civil; y por lo que se ve,Yarnoz no estaba para evocaciones del pasado sino más bien para construir el futuro. ¿Qué futuro? Seguramente no lo sabía, pero él seguro que pensaba en futuro, como la mayoría de la gente en aquellos años de postguerra.

Sólo en los alrededores de la ermita de San Adrián situada fuera del monasterio me sentí propiamente como en las ruinas exquisitamente (excesivamente) cuidadas de National British o Scottish Trust (ver RUINAS, PATRIMONIO y TURISMO en este mismo blog).

Volvimos al claustro a continuar la visita...

...donde solo las carpinterías de las ventanas de las fachadas altas chirriaban un poco, aunque no tanto como las habituales "de la vergüenza"


La iglesia estaba más desnuda que una Afrodita...

...o que un templo luterano; menos mal que al menos había bancos y una puerta de madera en la entrada

Finalmente llegamos... "hasta la Cocina" (aquella cabecera que le di a los monográficos de elhAll) para decir que parecía de Eurodisney y que la "intervención" y los trabajos por el futuro parecían muy recientes...

Le pregunté al ChatGPT sobre ello y me dijo que la última fase de la restauración se había realizado entre el 2019 y el 2024..., ¡caramba! por lo visto lo vimos al poco de quitar los andamios; y según decía la IA, la última intervención había consistido en una exhaustiva limpieza de la piedra. Pregunté por el arquitecto y me señaló como responsable a José Luis Franchez Apecechea bajo encargo de la actual Príncipe de Viana, que ahora es una Consejería más del Gobierno Autonómico. Me interesé por Franchez y me salió esto ay, Y ya lo dejé que bastantes cosas me estaba dando tan pequeña excursión. 


José Luis Franchez, arquitecto